No digas: <Fue el Señor quien me incitó a pecar>, porque él no hace lo que detesta.
No digas: <Él me ha extraviado>, porque él no tiene necesidad del pecador.
El Señor aborrece toda maldad, y quienes lo temen la detestan.
Él hizo al hombre al principio, y lo dejó a su propio albedrío. Si quieres guardarás los mandamientos: de tí depende el permanecer fiel.
Fuego y agua he puesto ante tí, alarga tu mano a lo que quieras.
Ante el hombre están vida y muerte; lo que él quiera se le dará.
Porque grande es la sabiduría del Señor, fuerte es su poder y lo ve todo.
Sus ojos miran a los que temen, él conoce las acciones de los hombres.
A ninguno obligó a ser impío, a ninguno ha dado permiso para pecar.
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