GENERIO HISTORICO
El Antiguo Testamento, lo mismo que el Nuevo, es una historia, la historia de la salvación. El Dios de la Biblia no es el Zeus lejano del Olimpo ni la causa primera de la filosofía, sino el compañero de viaje que acompaña al hombre en su andadura histórica, compartiendo con él gozos y penas, tristezas y alegrías.
La revelación bíblica es esencialmente histórica. Dios se da a conocer por medio de la palabra que comunica a sus siervos los profetas, pero se revela sobre todo a través de sus intervenciones en la historia de la salvación. El credo israelita no es un catálogo de dogmas doctrinales abstractos, sino una secuencia de intervenciones salvíficas de Dios en la historia. La Biblia gusta de enraizar la teología, la ley y la ética, no en principios y consediraciones filosíficas de carácter especulativo, sino en el marco de la historia.
El Antiguo Testamento, lo mismo que el Nuevo, es una historia, la historia de la salvación. El Dios de la Biblia no es el Zeus lejano del Olimpo ni la causa primera de la filosofía, sino el compañero de viaje que acompaña al hombre en su andadura histórica, compartiendo con él gozos y penas, tristezas y alegrías.
La revelación bíblica es esencialmente histórica. Dios se da a conocer por medio de la palabra que comunica a sus siervos los profetas, pero se revela sobre todo a través de sus intervenciones en la historia de la salvación. El credo israelita no es un catálogo de dogmas doctrinales abstractos, sino una secuencia de intervenciones salvíficas de Dios en la historia. La Biblia gusta de enraizar la teología, la ley y la ética, no en principios y consediraciones filosíficas de carácter especulativo, sino en el marco de la historia.
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