FIANZAS
El hombre bueno fía a su prójimo, pero el que no tiene verguenza lo abandona.
No olvides los favores de tu fiador, pues ha expuesto su vida por tí.
El pecador dilapida los bienes del fiador, y el ingrato olvida a quien lo ha salvado.
La fianza ha perdido a mucha gente acomodada, y los ha zarandeado como las olas del mar; ha mandado al destierro a poderosos que anduvieron errantes por razones extrañas.
El malvado que se lanza a fiar, buscando lucro se arruina en pleitos.
Socorre al prójimo según tus posibilidades, pero ten cuidado de no arruinarte.
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