LAS DISPUTAS
Apártate de las disputas y evitarás el pecado; porque el hombre iracundo atiza las disputas.
El pecador siembra discordia entre los amigos, y entre los que viven en paz lanza la calumnia.
Según sea el combustible, así arde el fuego; y cuanto más violenta, más se propaga la disputa. Según la fuerza del hombre, así es su furor; y cuando mayor es su riqueza, más se enciende su ira.
Discordia repentina enciende el fuego, disputa precipitada hace correr la sangre.
Si soplas a una brasa, se enciende; si escupes sobre ella, se apaga, y ambas cosas salen de tu boca.
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