domingo, 14 de abril de 2013

EL QUE ESCUCHA, CONOCE



En este pequeño texto evangálico encontramos toda una serie de verbos, empleados por Jesús, que están interrelacionados.  Es como si el Hijo de Dios, provisto de paleta y pincel, se hubiese puesto a imprimir en la tela los trazos que marcan y constituyen la quintaesencia del discipulado. El primer signo identificador de los suyos consiste en escuchar con amor y deseo su voz: el Evangelio. Es una escucha dinámica que provoca el conocimiento mutuo, es un reconocer a Dios desde el alma hasta poder llegar un día. al, igual que Job, a contestar llenos de gozo:<Yo te conocía solo de oidas , más ahora te han visto mis ojos> (Job 42,5). Lo que Jesús añade a su descripción del discipulado lo llamaremos consecuencia lógica de  esta escucha y conocimiento espiritual del que nos habla San León Magno, y que nos permite llegar a tocar a Dios. Las ovejas me siguen, les doy la vida eterna, vencen conmigo la muerte y están conmigo y mi Padre, que también es suyo. De ahí que enseñara a sus discípulos a dirigirse a Él dicéndole: Padre nuestro...

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