miércoles, 3 de abril de 2013

PARA QUE EL HOMBRE VIVA


Las apariciones de Jesús  resucitado a sus discípulos no tienen como finalidad simplemente el consolarlos, ya que habían quedado sumidos en el dolor y la aflicción a causa de su muerte tan violenta como afrentosa. Por supuesto que todos ellos se alegraron lo indecible al verrle, y que su victoria sobre la muerte, que lo  fue tambien sobre la mentira y el mal, le abrió las puertas a la fe. Sin ambargo, pronto comprendieron estos hombres y mujeres que tan ricas experiencias no eran para ser retenidas como se retienen unas obras de arte, sino que Jesús se las daba para ser compartidas.Las apariciones de Jesús resucitado, en definitiva, la fe, implica por su propia naturaleza su expansión. No es una orden, es fruto del dinamismo propio del Evangelio recibido. Así hemos de entender las palabras de Jesús: ¡Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio! Es como si les dijera: Anunciad que estais vivos. Anunciad esto a un mundo que da culto a todo aquello que tiene fecha de caducidad. ¡Aunciad la vida eterna! Haced saber al hombre que nadie me es extraño. Me entregué a la muerte para que todos y cada uno de ellos encontraran la vida.

































































. Por supuesto que todos ellos se alegraron

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